Aula Socrática II: LA EDUCACIÓN COMO RETO

AULA SOCRÁTICA II: LA EDUCACIÓN COMO RETO


         Por cuanto principio y fin de la educación es, en su intención y ejecución, la actualización o perfeccionamiento voluntario e intencional del ser personal que somos, resulta también ser uno de lo atributos que tiene mayor incidencia en el direccionamiento de la existencia humana y del mundo como co-creación. Se entiende, entonces, por qué se justifica una máxima preocupación por ella; más aún, si tomamos conciencia de una serie de confusiones que sufre el llamado “mundo intelectual”, con su consiguiente falta de auténticos líderes y la suplantación de estos por ídolos, modas, opiniólogos o afanosos mercenarios de las ciencias, técnicas, artes e incluso religión. ¿Cuál es la dirección que hoy marcan las rutas que va trazando el hombre; de qué depende la dirección que el hombre les da? El químico, experto en la manipulación de la fórmula del plutonio, ¿hacia dónde dirige sus conocimientos, destrezas o competencias? El artista, ¿busca la belleza y el éxtasis o se deja llevar por las impresiones espontáneas que sólo mueven el gusto, el placer y el vértigo? El técnico, inventor del celular o de la Internet que acorta distancias ¿logra con ello comunicarnos más? ¿Y nosotros, actuales o futuros educadores que elegimos, por supuesta vocación, servir educando…; nosotros, guías de la humanidad y en ella de todo profesional; nosotros, los profesores, profesional de profesionales ¿qué lugar otorgamos a la ascética y a la mística en la ruta de nuestro servicio?

        Noticieros, libros, congresos, políticos, profesionales; en fin, servidores y servidos, claman por mejorar la calidad de una adjetivada educación de mala calidad; pero ¿qué se entiende por “educación de buena o mala calidad”? En sentido estricto, ¿puede existir una educación de mala calidad o de lo que se trata es de una ausencia de educación? ¿Qué es educación?

Dos formas de ignorancia: Cabe aquí recordar dos formas de ignorancia en que podemos caer:
1) Ignorancia de negación, cuando ignorando por completo la existencia de una realidad o situación, con desconocimiento absoluto de ellas y sin intención, se cometen errores por omitir lo que realmente desconocemos. Por ejemplo, el médico no sabe qué decir respecto de lo que causó el cáncer al pulmón en un paciente que no fumaba. En este caso, se trata de un error propio de la perfectibilidad de todo lo que el hombre hace. No podemos saberlo todo; lo importante es saber que no se sabe y no engañar ni engañarnos, afirmando lo contrario
2) Ignorancia de disposición, cuando hay una actitud de imponer un método o técnica que se domina, por sobre la integridad o complejidad real. En este caso, intencionalmente, se suplanta la realidad por proposiciones que aparentan ser verdaderas; es más, se argumenta para una comprobación que se sabe lógica pero no real. No se trata del científico que sabe que le falta mucho por saber y que sabe que puede errar; sino que estamos ante un cientificista o pseudocientífico quien no comete un error por desconocimiento sino con intención de engañar. Se trata de un problema ya no de comprensible ignorancia sino de inmoralidad; ya que se hace uso de la inteligencia para producir una apariencia de ciencia o sofística. Recuerdo haber compartido varios viajes con una psicóloga que me aseguraba “Sé que profesionalmente no estoy actuando en forma correcta, pues no averiguo las causas que llevan a mis pacientes a la depresión o neurosis; pero hago lo que me enseñaron y es fácil de hacer; averiguar las causas me llevaría a estudiar mucho más y a dar mayor atención a mis clientes…ganaría menos y tengo proyectos económicos”
     El problema es que el sofista o aparente científico o filósofo no engaña en forma aislada o simple; sino que para lograr credibilidad, estructura un sistema de engaños que transmite a los demás. Así, existen sistemas erróneos de pensamiento. Es más, si todo lo que dijeran fueran mentiras, fácilmente serían descubiertos, por lo cual se hace uso de estrategias de manipulación: Se enuncia una verdad real para luego desvirtuarla. Mientras el filósofo o científico ordenan su vida a la búsqueda de la verdad; el sofista ordena su vida a que parezca que sabe. Ahora bien el engaño puede darse en diversos niveles. Por ejemplo: en un primer nivel, el de la observación, el biólogo puede emitir un juicio verdadero “Existe una similitud entre la apariencia de los lagartos y las tortugas” En un segundo nivel, la observación intenta llevarla a teoría, insertando la categoría de “causalidad”, sin tener demostración de la misma: “La tortuga evolutivamente procede del lagarto”. Esta aseveración ya es gratuita y más aún la universalización de la misma “los animales proceden unos de otros por evolución” ¿Cuántos sistemas llenos de engaños se han montado y hoy cobran aún vigencia o son nuevos; pero igualmente desvirtúan la realidad? ¿Podríamos dar ejemplo de algunos de ellos que tienen repercusión en la educación y en la ruta moral que ha seguido el hombre actual? ¿Cuáles son las consecuencias de su amplia popularidad?

Preeminencia del método por sobre la naturaleza de la realidad: Es común escuchar que una afirmación carecería o no de valor científico, tomando en cuenta sólo si se apoya o no en un riguroso y consabido método que irradiaría en ella su carácter de cientificidad; ello, debido a su sistemacidad, objetividad, exactitud, verificabilidad. No hay dudas, estamos entonces ante un creyente de la razón y de la estadística como avales de la verdad. Pero, si el científico tiene por vocación y misión el deber de ser un descubridor y entendedor de realidades (donde la rigurosidad del método tendrá que ser evaluada por su capacidad para instalarnos en esa realidad tal cual es), ¿qué pasa entonces con el sistema de evaluación que prevalece en nuestro país y en muchos otros? ¿Es posible que una proposición falsa, que desvirtúa la realidad, pueda ser considerada científica y exacta sólo porque hace uso de un método y técnicas o estrategias catalogadas de antemano como científicas? El investigador que echa las redes al mar, aunque lo haga múltiples veces y realice una estadística de muestras, no puede asegurar que allí no existen peces de menor tamaño al diámetro de los orificios de su red. También es absurdo deducir que en un condominio donde viven 30 familias, con un total 120 personas, se necesitan 4 camas por hogar. Al respecto es importante considerar el abuso que hoy se hace de los datos estadísticos.

     La estadística cuenta los efectos que se repiten; cuestión imposible de hacer en el ámbito de lo humano donde debiera primar la originalidad, creatividad, voluntad, el sentido… todos atributos que emanan de la libertad de ser que caracteriza al hombre. De ahí que los archivos se van llenando de estadísticas de pobreza, rendimiento, deserción escolar, muerte por accidente, femicidio… mientras, el ser humano queda esperando que descubran su realidad y la situación vital en que se encuentra; cuestiones éstas que no entran en la estadística pues cada caso sería “uno”. ¿Qué otorga, entonces, el carácter de verdadera a una afirmación; la exactitud del ordenamiento estadístico de los datos que se presentan o que las afirmaciones correspondan a la realidad?
       Ahora bien, como educadores urge tener claridad exacta sobre nuestro quehacer; con exactitud real, esto es, cualitativa. Como administradores de diferentes servicios educativos nos interesará responder a todos los cuántos; pero si queremos que esos cuantos sean de calidad, debemos preocuparnos de sus qué, por qué, para qué y cómo. Por ahora, a modo de ejemplo de una problemática que nos afecta a todo los profesionales vinculados a la educabilidad (capacidad de educarse) y aceptando que existe una perfectibilidad educativa, preguntémonos de qué depende la actualización de ésta; qué la define, qué la determina, qué la condiciona. Y si queremos estar a la moda, también preguntémonos ¿qué “competencias” requiere desarrollar el hombre de hoy para educarse y cuáles serían, entonces, los “indicadores” educativos que expresarían esas competencias? Es más, en un plano anterior y más profundo, dadas las condiciones en que nos encontramos viviendo, preguntémonos si hoy tiene sentido ser educador y cuáles serían los alcances de este educar. ¿Acaso no sería más leal consigo y con los demás, declararse incompetentes o desinteresados en formar en principios de vida y elegir la funcionalidad que es neutra? ¿Por qué, en definitiva, no nos ponernos como meta ser los mejores instructores, informadores, ideologizadores o estrategas de la manipulación y de la eficacia? ¿Tiene hoy sentido la formación de un hombre férreo en principios de vida; de tal modo que por convicciones llegue a renunciar al merecido sustento y bienestar, si obtenerlos le significa atentar contra los valores aprehendidos como tales? ¿Para qué educar; informamos y formamos; para crear una sociedad de conocimientos y destrezas o para poner estos al servicio de una sabiduría de vida? Estas y muchas otras interrogantes debe enfrentar, desde siempre, y hoy más que nunca, quien en su vida dispone de la educación como profesión y trabajo; pues dependerá de la calidad de sus respuestas, la calidad del compromiso que asuma con la sociedad a la cual servirá; también dependerá el sentido y valor que dé a las ciencias, las técnicas, las artes, la política, la religión, la familia, la amistad, la naturaleza, la vida y la muerte….

       El diario acontecer muestra que sin educación podemos construir, y con mucha eficacia, poderosas comunidades nacionales e internacionales que aseguren un alto enriquecimiento material; pero también deja en evidencia que sin una auténtica educación es imposible consolidar la formación de una persona honesta, justa, caritativa; en fin, una persona leal a los valores que elevan el poder adquirido u otorgado a rango de autoridad. Bueno es traer al presente el sentido de los términos “Autoridad” y “poder”, ambos acuñados por los romanos como “auctoritas” y “potestas”, respectivamente. El primero, hacer referencia a la idea de “Autor”, esto es, a quien creador de su obra tiene conocimiento de ella: de su ser (qué), por qué, para qué y cómo. De aquí se deduce que la autoridad conoce su obra y la ama; por lo tanto, si además tiene el poder (potestas) puede bien representarla y en forma sabia tomar decisiones que le beneficien; pues desde ya respeta su ser. Por ello, el poder sin autoridad es sólo un ejercicio de dominio que se puede adquirir de diversas formas. Se puede ser jefe, sin ser autoridad y no serlo, siendo autoridad. La preguntas que surgen entonces son ¿Formamos para lograr un ser que se constituya en autoridad o que sólo maneje las estrategias que llevan eficazmente al poder? ¿Formamos un cultivador, co-creador del Universo o un dominador y aprovechador sin fronteras? ¿Formamos para ser buenos servidores o para ser por sobretodo servidos? Si el científico es quien sabe descubrir y el técnico es quien sabe hacer algo,¿estamos formando hombres con diversas vocaciones pero siempre respetuosos de la verdad, bien y belleza o sólo nos interesamos por formar hombres competentes, eficaces y productivos, convirtiendo entonces al científico en técnico y a éste en operario?

      Pareciera que el acento está puesto en procurar un mundo cada vez más tecnologizado... ¿Se han preguntado qué persigue el hombre con la construcción de rascacielos como Burj Califa o Torre Dubai, con 818 metros de altura y una visibilidad desde 95 kilómetros de distancia, 58 ascensores que ascienden a 10 metros por segundo? ¿Cuál es la altura humana de quiénes hoy se proponen, en el mismo lugar, construir dos edificios que superan los mil metros; cuál es altura humana de quienes anhelan vivir allí; cuál es el costo que tiene ello para la humanidad? ¿Cuándo el llamado desarrollo tecnológico deja de ser progreso y se transforma en agresión? ¿Cuál es la finalidad educativa de la ciencia, técnica y artes; o acaso deben ir en forma paralela, ajenas a la educación y, por lo mismo, a los valores humanos y de la naturaleza?

       La tecnologización del hombre se hace patente en el instrumentismo, maquinismo (cibernetismo) o artificialización que invade el mundo, con la consiguiente despersonalización y mecanización del trabajo, del hogar, del ocio y de todo ámbito. Estamos en la era del hombre y mujer fabricados: Rostros y cuerpos modelados a arbitrio, placer en base a drogas, funcionalización de sí mismo… El hombre masa de hoy – porque siempre ha existido; ya que los líderes siempre han sido los menos- es un ser que se somete a la ley de normalización, la que a su vez se subordina a la forma funcional de la máquina. No se trata de una cuestión de falta de capacidades o de acceso restringido a la educación; se trata de un estilo de vida elegido como tal, como un ideal. Terminología como liposuccion. Lipoescultura, abdominoplastia, dermolipectomias, Lifting facial o de muslos, Blefaroplastia, Rinoplastia, Otoplastia, pasan a formar parte habitual de los presupuestos. Hay una cosificación de la persona; el ideal de una figura maniquí. Es el hombre confundido entre el poder y el progreso; un hombre que al no saber de sí no saber qué hacer de sí y del mundo. ¿Cuál es nuestra misión educativa al respecto?

     Vivimos un mundo de la información y comunicación cada vez más rápida y perfecta; tecnológicamente hablando… La comunicación pasa a ser conectividad. Comunicación-Conectividad. “Conectarse, estar conectado” son expresiones frecuentes. La conexión, como mencionaba previamente, es un bien en sí mismo, y por tanto un derecho. Estar conectado representa estar en el mundo, formar parte del sistema, lo que te permite a su vez ser creador de nuevos sistemas. La conectividad es condición necesaria para la comunicación a través de la red. Las formas comunicativas están transformándose dentro de la red a través de la creación de las comunidades virtuales.” (Cf. http://campus.usal.es/~teoriaeducacion/rev_numero_02/n2_art_gros.htm ) La pregunta surge ¿A mayor conectividad, mayor comunicación?

Es interesante reflexionar sobre la propuesta de Begoña Gros, profesora titular de la Facultad de Pedagogía de la Universidad de Barcelona, especialista en la utilización de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en el ámbito educativo ( thbgs01d@d5.ub.es):
      Los medios no sólo nos masajean sino que masajean a la educación, se introducen en nuestras vidas y, de pronto, nos damos cuenta de su influencia. No acabo de entender muy bien las razones, pero los profesionales de la educación se ocupan poco de los medios. Los critican, eso sí, con mucha frecuencia. Los contenidos de los medios no son apropiados, los niños pasan demasiado tiempo delante de la televisión, del ordenador, de la consola,… No leen porque hay informática. No salen a jugar porque hay ordenadores. Los padres miran a sus hijos, los dejan delante de la televisión. Ven la programación infantil y no hay problema (eso piensan). Los educadores les advierten: vea la televisión con sus hijos, introduzca el espíritu crítico, analice los mensajes. Pocos lo hacen. Los padres miran los ordenadores, ven a sus hijos absortos delante de la pantalla. ¿Cómo pueden pasar tantas horas concentrados delante del ordenador?, controlan el tiempo que pasan, no son capaces de hacer nada más. Los educadores les advierten: no todo lo que hay en Internet es positivo para sus hijos, cuidado con los juegos que le compra: DESCONCIERTO TOTAL.

El problema es que los profesionales de la educación también están desconcertados. Hay que ser flexible, integrar medios, diseñar nuevos modos de formación, nuevas formas comunicativas. ¿Por dónde empezamos? Este es el reto y, a la vez, un camino que los profesionales de la educación no pueden descuidar. Nuestros alumnos de hoy son muy diferentes a los de hace diez años, no podemos enfocar el proceso de enseñanza-aprendizaje de la misma forma y, es fundamental, crear profesionales capaces de contribuir a un buen desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación para que la cibercultura sea de verdad, una cultura. “

El mundo como reto educativo

         Educar es mucho más que informar o instruir en fórmulas o conceptos abstractos a un hombre también abstracto. Educar es encontrarse, cara a cara con el otro; es construir un diálogo situado en un mundo que mientras para unos es sólo medio de subsistencia, de poder, placer o comodidad; para otros, es reto a descubrir, entender, cultivar, amar…. El mundo de Sócrates era un mundo donde los sofistas tenían el poder que otorga una masa no crítica, sin cuestionamientos, sin razones. En ese mundo, Sócrates aparecía como alguien peligroso que hacía tomar conciencia del no saber, de la necesidad de interrogarse e interrogar. Sócrates era un atentado al populismo; pedía razones, argumentaba; era un hombre que se guiaba por sus convicciones que cuestionaban las convenciones establecidas. Hoy, ¿Cuál es el hombre que aspiramos a formar y cuál es el mundo en que hoy debemos desempeñar esa difícil tarea de educar? ¿Cuáles son las convenciones que sostienen la imagen del hombre y del mundo actual; cuáles las convicciones fundamentales que deben guiar al educador? Veamos algunas

Características que modelan en gran parte el mundo actual:

           En primer lugar, prima un conocimiento que privilegia lo general o la probabilidad por sobre lo universal; tan vertiginosamente como aparece, se disuelve tras estadísticos enunciados. Hablamos de una sociedad de postulados desechables; de la moda en el pensar, decir, actuar y obrar; de una “verdad” canjeable y perecible; de datos que se mueven en lo superficial y efímero; de lo tan sólo acomodaticio y conveniente.
       
           En segundo lugar, el desarrollo de las “NTIC” -Nuevas Técnicas de la Información y Comunicación- más aventajado que el desenvolvimiento del pensar, se despliega tan rápido como los acontecimientos. Así, medios que poseen todos los recursos y atractivos de la imagen, se hacen cada vez más accesibles a una comunidad sin distinción de discernimiento, madurez, conciencia moral o sanidad mental y emocional.

          En tercer lugar, un avance técnico (no tecnológico) desvinculado del saber científico y ético, lleva a consecuencias incontrolables: avanzado armamento bacteriológico, prácticas de ingeniería genética deshumanizada y despiadada, cirugías despersonalizantes y mucho más ejemplos que ustedes fácilmente podrían añadir. No cabe duda: el conocimiento en manos de un hombre sin valores clarificados y asumidos como tales, arriesga la ecología planetaria y la existencia de toda la humanidad.

        Como consecuencia de lo anterior, podríamos reflexionar sobre una cuarta característica, a saber, el afán de placer tras un poder social y económico que arrasan contra todo valor y principio, contra toda vocación de amor y servicio: Es el primado de la avaricia por sobre la justicia; la conveniencia por sobre el honor; la manipulación por sobre la educación; la envidia por sobre la gratitud; la competitividad por sobre la colaboración; en fin, la violencia por sobre toda convivencia en paz.

       Al paso de estas primeras reflexiones –no son estos los únicos retos- no cabe duda que es un deber ineludible cumplir con nuestro compromiso de educar y educar más allá de las aulas: Sólo se trata de una cuestión de vocación y misión; deber y convicción.
          Es claro que la relación del hombre consigo mismo, con los demás, con la naturaleza, con la cultura, con Dios, ha sufrido cambios los que a su vez han cambiado al hombre mismo: su ritmo de vida, su forma de sentir el tiempo y el espacio, su mentalidad, sus valores, su sentido de la ignorancia y del misterio; la idea de vida y de muerte y de sus propios límites. ¿Qué valor se da en este mundo a la presencia real del otro, al amor, al instante único, a los rituales…? ¿Qué tienen que decir al respecto? ¿Cuál es la misión del educador en relación con la respectividad del ser personal?

Actividades Aula II
Para realizar estas actividades, primero deben leerlas, entenderlas y discutirlas con los otros integrantes del equipo. Pueden decidir trabajar todas las preguntas en conjunto, o bien, dividirse el trabajo. Las respuestas deben hacer uso del lenguaje filosófico en forma correcta, considerando las materias a estudiar en la Primera y Segunda Unidad.

1. Enuncie las ideas principales. El día de la exposición deberá proyectarlas, explicarlas y, si es importante, ejemplificar.
2. Busque una obra de arte que exprese alguna de esas ideas. Fundamente su elección, analizando la obra de arte presentada.
3. Elabore un ensayo que exprese su pensamiento, preocupaciones, propuestas, anhelos, visión, retos educativos, etc., considerando las ideas expuestas en 1.
4. Reflexione, fundamente, ejemplifique:
a) ¿Cuáles son los alcances de la tecnologización del hombre y cuál es nuestra misión educativa al respecto?
b) ¿A mayor conectividad, mayor comunicación?
c) ¿Qué es lo que caracteriza al hombre masa actual? ¿Cuál es la misión del educador frente a él?
d) Respecto el uso de las TIC, Begoña Gros, expresa que se trata de un camino a recorrer por los educadores. A la luz de este párrafo y del Aula, conteste la pregunta que ella hace “¿Por dónde empezamos?
5. Retos educativos:
a) En el Aula se habla de cuatro retos, ¿podría agregar un quinto?
b) Se habla de la falta de auténticos líderes ¿cuál es la situación que se da en el ámbito educativo? Reflexione sobre esta problemática.
c) ¿Formamos para lograr un ser que se constituya en autoridad o que sólo maneje las estrategias que llevan eficazmente al poder? ¿Qué “competencias” requiere la formación del profesional de la educación en uno y en otro caso? ¿La formación de uno excluye la del otro?
6. Considerando el Aula y las actividades realizadas, realice al menos una entrevista (aprox. 3 preguntas) a un educador y a otro profesional de un área distinta. Transcriba lo principal de ambas entrevistas y su conclusión.